De qué manera yo y otros líderes en la Iglesia Católica aumentamos la conciencia de esa verdad entre los católicos y en nuestras comunidades es una conversación que debió hacerse desde hace mucho tiempo y que debe comenzar inmediatamente.
Estoy en una travesía, como todos, aprendiendo lo que puedo hacer como pastor de nuestra diócesis, para ayudar a nuestros feligreses a cambiar nuestras acciones para que coincidan nuestras palabras y nuestra fe profesada.
Como explicaron los obispos de los Estados Unidos en nuestra
carta pastoral contra el racismo de 2018, “los actos racistas son pecaminosos porque violan la justicia. Revelan una falla en reconocer la dignidad humana de las personas ofendidas, en reconocerlos como los vecinos que Cristo nos pide que amemos (Mt 22:39). ... Los efectos acumulativos de los pecados personales del racismo han conducido a estructuras sociales de injusticia y a violencia que nos convierten en cómplices del racismo “.
Creo que erradicar el racismo requiere una conversión de la mente y el corazón de cada persona, lo que significa que debemos partir de nuestra creencia en un Dios que nos ama a todos, de una forma indiscriminada e irrevocable.
En nuestra carta pastoral, “Abramos nuestros corazones: la llamada persistente al amor”, los obispos confían en nuestras antiguas enseñanzas para ofrecer un camino a seguir. Debemos hacer justicia, amar la bondad y ser humildes (Mi 6: 8). Esto requiere que cada uno de nosotros reconozcamos nuestros fracasos, restablezcamos relaciones correctas, busquemos la construcción de la paz y la humildad.
Tenemos un largo camino por recorrer en nuestro travesía, y me niego enérgicamente a decirle al padre McAleenan que “Los negros deberían estar felices con la forma en que la iglesia y este país los han tratado”. En cambio, ofrezco algunas formas en que hemos comenzado este viaje hacia una conversión de mentes y corazones:
• Celebrando la
misa "por la preservación de la paz y la justicia" el martes 9 de junio, el día en que George Floyd fue enterrado, durante el cual sacerdotes y feligreses se arrodillaron conmigo durante ocho minutos y 46 segundos.
• Estoy en comunicación constante con los otros obispos en California. Juntos, creamos un
video que recrea las Estaciones de la Cruz para llamar la atención sobre el pecado del racismo y pedir la ayuda de Dios para eliminarlo. Cada estación en el video fue grabada en un lugar con gran significado racial. La sexta Estación de la Cruz fue grabada en la estación de Fruitvale BART, en Oakland, donde Oscar Grant fue asesinado. El Via Crucis es una antigua oración, que permite a las personas entrar en la expansión final del amor de Jesús.
• El año pasado, traje al obispo George Murry, SJ, uno de los obispos católicos negros más destacados de ese entonces, para dar un retiro espiritual a los sacerdotes de la diócesis y ofrecer la homilía para la Misa Crismal
(http://www.catholicvoiceoakland.org /2019/04-29/inthisissue1.htm). • La historia de la esclavitud y el racismo estructural en este país ha creado inequidades prolongadas en todas las áreas de la sociedad, desde la salud (ver COVID-19), hasta la vivienda, la educación, la aplicación de la ley y el empleo. La
Campaña Católica para el Desarrollo Humano es el principal programa nacional de justicia social de la Iglesia católica contra la pobreza. El año pasado se entregó más de
un cuarto de millón a organizaciones locales. Pero queda mucho, mucho por hacer.
Doy la bienvenida a todas las personas de buena voluntad, incluido el padre McAleenan, para que se unan a este esfuerzo y así podamos responder a este llamado urgente de amarnos unos a otros como Cristo nos ama a cada uno de nosotros, “Porque no hay lugar para el racismo en los corazones de ninguna persona (Abre nuestros corazones de par en par )”.