Según la declaración del Comité Ejecutivo de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos en 2017:
El racismo ha sido correctamente llamado el pecado original de Estados Unidos, y es una mancha en nuestra vida nacional que sigue generando actos y actitudes de odio, evidentes en los acontecimientos recientes. La necesidad de condenar y combatir las ideologías demoníacas de la supremacía blanca, el neonazismo y el racismo es especialmente urgente en este momento. Nuestros esfuerzos deben estar constantemente dirigidos y acompañados no sólo por la oración, sino que también deben incluir acciones concretas.
Los asesinatos de mujeres y hombres afroamericanos el año pasado han reforzado la necesidad de que todos los estadounidenses combatan la opresión y el racismo sistemáticos. Las voces planteadas como parte de las discusiones de Black Lives Matter (Las Vidas de las Personas Negras Importan) nos recuerdan que los afroamericanos y otras personas de color continúan siendo atropellados por el racismo estructural, la falta de oportunidades, las disparidades económicas y de salud y la violencia directa cometida por quienes son responsables del bienestar de nuestras comunidades. Las estructuras sagradas, seculares, públicas y privadas están incluidas.
La Diócesis de Oakland reconoce y admite que se debe hacer más a través de nuestra Diócesis para abordar estas desigualdades y acabar con ellas. Basada en nuestra creencia en Dios y en nuestro conocimiento de que cada uno de nosotros fue creado por Dios y es amado por Dios, la Diócesis de Oakland está comprometida a ser un agente de cambio significativo en la lucha por la justicia racial y social. Si bien nos esforzamos por garantizar que todas las personas de color tengan los mismos derechos y privilegios que nuestras hermanas y hermanos blancos, dada la prolongada y específica historia de opresión de los afroamericanos en este país y dentro de esta Diócesis, comenzamos este compromiso renovado con un enfoque inicial en las experiencias negativas colectivas de nuestros hermanos y hermanas afroamericanos.
Además, reconocemos y entendemos que trabajar por la justicia social y racial es un esfuerzo complejo. En los próximos meses, el Grupo de Trabajo asesorará y asistirá al Obispo Barber en las siguientes áreas:
• Educación • Cuidado pastoral • Justicia social
“Cuando comenzamos a separar a las personas dentro de nuestros pensamientos por razones injustas, cuando comenzamos a ver a algunas personas como “ellas/ellos” y a otras como “nosotros/nosotras”, no estamos dando amor. Sin embargo, el amor está dentro del corazón de la vida cristiana.
“El racismo es un problema moral que requiere un remedio moral -una transformación del corazón humano- que nos impulse a actuar” (fuente: Open Wide Our Hearts-Abramos Nuestros Corazones, el incesante llamado al amor. Carta Pastoral contra el racismo. Página 22)