La siguiente peor cosa que puede suceder en esta crisis es perder el trabajo. Entonces no podrán pagar su renta, alimentar a su familia, pagar sus deudas, etc.. Incluso con el seguro del desempleo, habrá dificultades considerables. He visto esta situación manejada de dos maneras básicas. Por un lado, una persona puede entrar en una depresión, lo que resulta en la falta de acción. Una vez tuve un comandante oficial al mando en la marina. Había sido un capitán de submarino, y luego fue ascendido a Comandante Oficial de la base de la Marina donde estaba sirviendo. La Marina decidió que tenía demasiados oficiales superiores y redujo los rangos. Por causas ajenas a su voluntad, este comandante fue retirado involuntariamente con pensión completa y prestaciones. Tenía poco más de 50 años. En lugar de buscar otro trabajo, se sentó en casa y se deprimió. Su esposa fue a trabajar como bibliotecaria de la escuela para ayudar a pagar sus deudas. Ella estaba frustrada. Él se sentía inútil, a pesar de que tenía una carrera distinguida en la Marina. Y su fe no era muy fuerte y sin oración.
Por otro lado, un caso distinto. Un joven recién graduado con un buen título en negocios. Se fue a presentar solicitudes en todas las empresas de contabilidad habituales. Se presento muy bien en sus entrevistas de trabajo. Sin embargo, no le llegaban ofertas de trabajo. Sin desesperarse, siguió aplicando. Siguió entrevistando. Pero seguía sin recibir ofertas. Sin embargo, no se rindió. Fue diario a misa. Rezó para que Dios le abriera una puerta. El confió. Finalmente, como tenía hambre y no tenía mucho dinero, decidió almorzar en la cafetería de un hospital. Sabía que la comida sería buena y barata. Mientras comía, emprendió una conversación con una enfermera en la mesa y le compartió su situación. Ella le dijo que no sabía si el hospital necesitaba otro contador, pero que si estaban buscando a alguien para trabajar con madres que eran drogadictas y sus hijos recién nacidos. Fue entrevistado y contratado inmediatamente. Semanas después, dijo que se sentía mucho más satisfecho ayudando a cuidar a los "bebés adictos" que si estuviera trabajando en una oficina comercial. Él confió, y el Señor lo puso en el lugar correcto.
Yo sé que mi Redentor vive!
Ser cristiano no significa que tendremos una vida sin sufrimiento. Pero sí significa que las promesas del Señor para nosotros se cumplirán. Y la promesa principal es que Él ha vencido el sufrimiento y la muerte. Y guiará a todos los que se unen a él a través del bautismo y la Eucaristía a una resurrección de entre los muertos. Y pequeñas resurrecciones aquí, durante nuestra vida terrenal.
Yo sé que mi Redentor vive! Y nunca te defraudará.